Hace aproximadamente 10 años un aparejador amigo muy aficionado al montañismo nos enseñó una parcela de esbelta proporción y pendiente a favor de vistas y de orientación.
Quería literalmente “hacerse” un refugio de fin de semana y de retiro en aquella parcela. Planteó un modelo de autogestión en el que iba a asumir el papel de delineante del proyecto, de aparejador, de contratista de obra, encargado y oficial. Dibujamos unos croquis de idea del refugio, que él inmediatamente aceptó como válidos. Se instaló un mes en nuestro estudio para ser el delineante del proyecto. Dibujó a mano el proyecto básico y de ejecución siguiendo nuestras indicaciones y con criterios constructivos comunes.
Para autoconstruirse el refugio contó con la colaboración de sus amigos hechos después de muchos años de profesión: encofrador, cerrajero, carpintero, fontanero, electricista, etc. El proceso de autoconstrucción ha sido lento, de hecho todavía quedan por poner las puertas de los baños, los cercos interiores de las ventanas, los estores, gran parte de la urbanización, etc. De hecho intuimos que la casa nunca dejará de estar “en construcción” permanente. Por esto representa un proyecto especial para el estudio: es una obra viva que se cuece a fuego lento, sin prisas, ajena a las batallas que se plantean en cualquier obra convencional donde hay varios agentes controlando el proceso. Aquí solo hay uno, el aparejador montañero que no tiene prisa, solo ganas y paciencia.
Las fotos delatan que no hay un estado fijo de las cosas en este proyecto. La contingencia se impone sobre cualquier previsión. Conviven en el interior de la vivienda un tablero sobre dos borriquetas a modo de mesa de despacho con un sillón orejero, una balda improvisada, dos maquetas del proyecto (también realizadas por nuestro “gestor”), unas baldas improvisadas o una mascota artificial hecha con perfiles de acero.
Hay algo en este proyecto de la arquitectura intemporal, la que posee una componente aleatoria, misteriosa. No se sabe que o quien guia los procesos de algo que no se sabe cuando se dará por finalizado, si es que se acaba de “construir”. No hay “project managers”, ni “plannings” de obra que valgan: el sol, la lluvia, la nieve, las estaciones marcan el devenir de este proyecto inacabable.
El hormigón armado del cerramiento no requiere mantenimiento, su aspecto se irá mimetizando con el entorno con el paso tiempo conforme las inclemencias metereólogicas vayan dejando huella en sus muros.
El refugio se plantea como un cofre de bajo mantenimiento y de difícil intrusión. Se accede al interior por una gran apertura que conforma el porche resguardado de la lluvia y del sol del mediodía en verano al que vuelcan el salón, la cocina y un cuarto poilvalente. Esta apertura se cierra por un sencillo y eficaz persiana enrollable de acero galvanizado que queda oculta al abrirse. El resto de aperturas de fachada son estrechos huecos en el hormigón que cumplen la función de ventilar e iluminar las distintas estancias del refugio, a modo de troneras que protegen del acceso exterior.
En Olalquiaga Arquitectos tenemos la convicción de que la buena arquitectura nace del entendimiento del lugar y de una correcta respuesta al programa funcional. Buscamos alcanzar la máxima calidad de diseño y eficiencia energética, dentro una racionalidad programática y presupuestaria. Entendemos que es fundamental el contacto permanente con el cliente y los colaboradores en el proceso de diseño y obra para crear una complicidad constructiva. Ejercemos un papel moderador entre todos los factores que intervienen en el proyecto. Integramos orden y equilibrio para crear una arquitectura homogénea, funcional y comprometida con su entorno.
Rafael Olalquiaga Soriano es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1963 y Doctor Arquitecto por la misma Escuela en 1967. Colaboró durante casi cuarenta años con el arquitecto Ramón Vázquez Molezún. En 1993 estableció el estudio Olalquiaga Arquitectos.
Pablo Olalquiaga Bescós es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1997. Actualmente está finalizando su tesis doctoral sobre la Casa Huarte de Corrales y Molezún. Colaboró en los estudios Alison & Peter Smithson Architects y David Chipperfield Architects en Londres. Profesor de Análisis de Formas II entre 2000 y 2005 en la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid. Profesor de Profesor de Proyectos de 3er curso y Fin de Carrera desde 2005.
Alfonso Olalquiaga Bescós es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 2005 con sobresaliente en el proyecto Fin de Carrera. En 2010 realizó el Master en Proyectos Arquitectónicos Avanzados del Departamentos de Proyectos de la E.T.S.A. de Madrid. Profesor de Proyectos de 3er curso en la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid desde 2007.
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