Arquitecto Proyecto: Diego Colón de Carvajal Salís, Paula Caballero García Localización: Calle O´Donnell, Madrid, SPAIN Fecha: 08/2009 Cliente: Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid Superficie: 1,028.00m² Empresa Constructora: DETECSA
Antes
En un primer momento, el encargo consistía en la demolición de unos sótanos del Antiguo Edificio del Servicio Regional de Salud de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, la posibilidad del uso de este suelo por parte de la Residencia de Mayores de La Paz posibilitó la realización de un pequeño jardín con los mínimos elementos posibles y un coste muy bajo.
Durante
A nuestro entender, el jardín, como naturaleza manipulada por el hombre, encuentra su belleza en un extraño equilibrio entre el carácter difuso y diverso de la naturaleza, y la nitidez y unidad del artificio. Al diseñar la distribución de plantas y caminos, se buscó una organización inteligible que acentuara ese contraste. A modo de “graffiti” ampliado, una serie de manchas de distintos colores con formas sinuosas establecen de manera clara los tres tipos de suelos: plantación, drenaje y caminos.
Las plantas se escogieron teniendo muy en cuenta su fortaleza (frente a las inclemencias del tiempo y la contaminación urbana) y el escaso aporte de agua que precisaban. Por este motivo se colocó: lavanda, salvia, callistemon y festuca.
Con el mismo propósito de combatir el deterioro de nuestro entorno natural, se intentaron emplear materiales reciclados en la medida de lo posible. Así, en sustitución de la habitual grava o zahorra sobre la que se asientan los caminos de hormigón armado se empleó hormigón reciclado triturado, la rugosidad necesaria para que el material de acabado de los caminos no resbalara se consiguió mediante vidrio reciclado molido (que produce inesperados brillos e irisaciones bajo la luz del sol) y la “gravilla” oscura que separa los caminos de las zonas de plantación es asfalto de carreteras triturado.
Después
Transcurrido un mes desde la finalización de la obra, visitamos el jardín con unos amigos, y tras dar algunas vueltas observando el sinuoso dibujo de los caminos entre la vegetación, nos sentamos un rato en las sillas. Rápidamente, nuestra atención se desplazó hacia el movimiento de las plantas provocado por la brisa, los brillos producidos por el fuerte sol y, sobre todo, la cantidad de insectos que revoloteaban entre las flores. Entonces el olor de la lavanda se intensificó y nos dimos cuenta de que
la preponderancia inicial de nuestro artificio frente a aquella frágil vegetación estaba desapareciendo. En cierto modo, nos quedamos tranquilos, porque la naturaleza había tomado las riendas.
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