La investigación de cada pieza parte de lo que llamamos un pliegue-base [por contener todo el ADN que el pliegue requiere] genera un proceso propio, conformando una línea de trabajo con una identidad y un lenguaje propios, e incluso con una cualidad espacial singular, potenciada por sus relaciones con la luz, la orientación o el lugar. A partir de esta base, muchas de las piezas tienden a plantear un lugar, un tiempo, a potenciar unas variables frente al contexto, que, en ocasiones, encontramos posteriormente. Estos procesos no son lineales, ya que cada paso afecta al resto de manera definitiva.
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